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Prohibición inmediata de las armas nucleares

WASHINGTON, DC – Lo sucedido estos últimos tres meses en Ucrania (igual que la anexión rusa de Crimea y su incursión en el este de Ucrania en 2014, la invasión estadounidense de Irak en 2003 y la larga guerra por intermediarios en Siria) refuta la afirmación de que las armas nucleares evitan guerras. La disuasión nuclear puede impedir una guerra directa entre potencias nucleares, y puede impedir que las guerras por intermediarios escalen y se extiendan al Atlántico Norte o al Pacífico. Pero es igualmente posible que la disuasión nuclear haya sido causa de guerras y fuente de impunidad para líderes nacionales.

Está claro que las armas nucleares no impidieron a Rusia lanzar una guerra de agresión contra Ucrania. Por el contrario, el presidente Vladímir Putin usa la amenaza nuclear como un escudo para cometer crímenes de guerra (y tal vez contra la humanidad) flagrantes, graves y sistemáticos.

Más de una vez una potencia nuclear ha ido a la guerra contra un país no nuclearizado. La creencia errónea de que Irak había desarrollado armas nucleares, químicas y biológicas llevó a Estados Unidos y a sus aliados a invadirlo, contra la voluntad del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; el resultado fue una catástrofe humanitaria y dos décadas de inseguridad en la región y el resto del mundo. El Tratado de No Proliferación (NPT), al sostener que la división de los países entre nuclearizados y no nuclearizados debe mantenerse a toda costa, ofreció cierta cobertura a las acciones mencionadas, así como a los ataques sobre presuntas instalaciones nucleares en Irak, Irán y Siria.

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