El Balance entre los Derechos y la Necesidad Militar

¿Marcó el 11 de septiembre el final de un periodo de expansión de la idea de los derechos humanos y el inicio de un proceso de atrincheramiento? Las principales organizaciones de derechos humanos -Amnestía Internacional, Human Rights Watch, la Comisión Internacional de Juristas- temen que ese sea en verdad el caso y se han estado acorazando para oponerse a cualquier intento por hacerlos perder sus conquistas.

Desde sus comienzos en los primeros años de la década de los sesenta, el movimiento internacional de los derechos humanos había estado ganando terreno de forma estable. Hizo campañas con creciente efectividad en contra de los asesinatos políticos, la tortura y el encarcelamiento arbitrario. Movilizó a la opinión pública en contra del abuso del poder Estatal; en el proceso se ganó la favorable atención de los medios internacionales y enlistó el apoyo de los gobiernos democráticos. En los años posteriores al final de la Guerra Fría, el movimiento adquirió mayor ímpetu. La agenda global empezó a ser dominada por novedosas iniciativas para la mejora de la justicia internacional y la protección de los derechos humanos: cortes penales internacionales, nuevas formas de jurisdicción universal, intervención humanitaria.

Pero después del 11 de septiembre, el debate se enfocó repentinamente en algo distinto y ahora se centra en el punto hasta el que se puede justificar el suspender o restringir algunos derechos -empezando con los derechos de inmigración y a tener un proceso debido, a la libertad de expresión y a la privacidad- para pelear la llamada "Guerra contra el Terror" de manera más efectiva. Muchas de las personas que definen la opinión pública, sobre todo en Estados Unidos, han empezado a argumentar abiertamente que las guerras no ortodoxas como la batalla contra Al Qaeda no pueden ganarse adhiriéndose a la fina letra de las leyes de los derechos humanos o a la legislación para conflictos armados.

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