Vuelta a la “gran partida” en el Kazajstán

BRUSELAS – Quienes se oponen al acercamiento occidental al Kazajstán citan la falta de derechos humanos y políticos en ese país, pero, si bien el Kazajstán no se ha internado por la senda de las “revoluciones de colores” hacia la democracia que otras repúblicas postsoviéticas, como Ucrania y Georgia, han seguido, su timidez con la reforma no justifica su asilamiento.

Al fin y al cabo, Occidente no se siente disuadido lo más mínimo a la hora de tratar con la autoritaria Rusia y la comunista China. Además, el Kazajstán, aunque es un país de mayoría musulmana, ha establecido el tipo de organización política secular, multiétnica y multirreligiosa que Occidente intenta fomentar en todo el mundo musulmán.

Pero las razones principales para que Occidente no aísle al Kazajstán son geoestratégicas. Los kazacos están deseosos de vender su petróleo y gas a Occidente en el preciso momento en que la Unión Europea está deseosa de deshacerse de su dependencia de los suministros rusos. Aun así, la posibilidad de una asociación UE-Kazajstán puede estar a punto de esfumarse.

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