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¿De dónde vienen los buenos empleos?

CAMBRIDGE – En todo el mundo este 1° de mayo, las propuestas políticas que habrían parecido radicales hace apenas unos años hoy están en la agenda. En Estados Unidos, por ejemplo, las tasas altas de impuestos marginales, los impuestos al patrimonio y la atención médica de pagador único se han vuelto ideas convencionales. Sin embargo, a menos que los responsables de las políticas entiendan bien sus prioridades, la oportunidad de una reforma significativa podría desaprovecharse, lo que llevaría a divisiones sociales y políticas aún más profundas.

En verdad, si bien las reformas que se necesitan son radicales y arrolladoras, no son las que están actualmente en boga. La principal prioridad debería ser crear empleos bien remunerados, y este objetivo debería guiar la estrategia de los responsables de las políticas en todas las áreas, desde la tecnología, la regulación y los impuestos hasta la educación y los programas sociales. Históricamente, ninguna sociedad humana conocida ha creado una prosperidad compartida exclusivamente a través de la redistribución. La prosperidad se genera a partir de la creación de empleos que paguen salarios decentes. Y son los buenos empleos, no la redistribución, los que le ofrecen a la gente un propósito y un significado en la vida.

Crear este tipo de empleos exige que la innovación tecnológica esté dirigida a impulsar la demanda de trabajadores. Los buenos empleos no surgen naturalmente de los mercados libres. Más bien, requieren instituciones del mercado laboral que protejan y empoderen a los trabajadores, sistemas educativos financiados generosamente y redes de seguridad social efectivas. Ésta es la arquitectura institucional que le permitió a Estados Unidos y otras economías avanzadas tener cuatro décadas de crecimiento sólido e inclusivo después de la Segunda Guerra Mundial.

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