pandora's box Hulton Archive/Getty Images

IA: una advertencia desde la antigua Grecia

STANFORD – En los debates sobre las implicaciones de la inteligencia artificial (IA), tarde o temprano alguno evoca el antiguo mito griego de la caja de Pandora. La versión popular moderna del cuento retrata a Pandora como una mujer trágicamente curiosa que al abrir una pequeña urna libera por error todos los males de la humanidad. Como aquello del genio que salió de la botella, el caballo que se escapó del establo o el tren que ya se fue de la estación, el mito de Pandora se ha convertido en un lugar común.

Sin embargo, en los debates sobre la IA y el aprendizaje automático, el cuento de Pandora real es mucho más pertinente de lo que muchos perciben. Nos enseña que es mejor oír a los “prometeicos”, preocupados por el futuro de la humanidad, que a los “epimeteicos”, que se dejan llevar muy fácilmente por la perspectiva de beneficios inmediatos.

La historia de Pandora es uno de los mitos griegos más antiguos, con primeros registros que datan de hace más de 2500 años, en tiempos de Homero. En el relato original, Pandora no era una muchacha inocente que no puede evitar la tentación de abrir un recipiente prohibido. En cambio, según nos dice el poeta Hesíodo, era una criatura “creada, no nacida”: un androide de apariencia real, hecho por Hefesto (dios de la invención) por encargo del todopoderoso Zeus y según sus crueles especificaciones, que debía comportarse como una cautivante doncella, para tenderles una trampa a los mortales, como manifestación del kalos kakon: “el mal oculto en la belleza”.

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