Argentina: apertura o freno

"Tengo una importante misión política", afirmó Eduardo Amadeo al ser nombrado embajador de Argentina en Washington. "Debo explicar nuestra transición". Sin embargo, las explicaciones diplomáticas no son lo que necesita Argentina. No necesita desperdiciar recursos escasos en una diplomacia de valor dudoso; no cuando el país carece de una agencia dedicada a ayudar a los empresarios argentinos a vender sus productos en el exterior. En efecto, la cantidad de dinero que Argentina gasta en sus diplomáticos es la misma que la pequeña Irlanda dedica a su Agencia de Promoción de Exportaciones, institución que Argentina nunca se molestó en crear.

En vez de hablar con sus colegas diplomáticos, el embajador de Argentina en los EU debería hablar con los supermercados estadounidenses, convencer a los gerentes para que compren productos argentinos y concertar citas entre ellos y los pequeños empresarios de su país. No debería de estar duplicando lo que el Presidente y el Ministro de Asuntos Exteriores de Argentina puden hacer. La diplomacia para la exportación es importante, pero la promoción de las exportaciones, las visitas a las tiendas y las pláticas con los compradores son incluso más vitales. Las tiendas de abarrotes en Europa están llenas de productos israelíes, pero ¿qué tan seguido encontramos carne u otros productos argentinos?

La economía argentina se abrió de manera importante en los últimos años, a pesar de un tipo de cambio fuerte que dificultaba la exportación. Las exportaciones totales se duplicaron entre 1991 y 2001, de 12 mil millones a 25 mil millones de dólares, con un crecimiento de las exportaciones industriales de 3 mil millones a 8 mil millones de dólares.

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