¿Se está acabando el petróleo (otra vez)?

Los precios del petróleo se encuentran hoy muy por encima de los $50 por barril, en parte debido a crisis que han demandado un rápido suministro en el corto plazo, como el conflicto de Irak, las disputas laborales en Nigeria, el conflicto entre Yukos Oil y el gobierno ruso, y los recientes huracanes en Florida. Puede que los precios del petróleo bajen una vez que se disipen estas crisis, pero los efectos especulativos los pueden mantener relativamente altos, debilitando a la economía mundial y deprimiendo los mercados de valores.

Incluso un alza temporal en los precios del petróleo puede tener efectos de largo plazo, por las reacciones sociales que provocan. Los altos precios del petróleo impulsan el debate público acerca del futuro de los mismos. Nunca se puede saber a ciencia cierta el resultado de un debate público, pero es probable que sirva de amplificador de cuentos que implican que el riesgo de que los precios se eleven aún más. Los expertos pueden decir que los factores de suministro de corto plazo causaron los recientes aumentos de los precios, pero no obstante los precios creerán más en los cuentos alarmistas sobre el largo plazo.

El cuento alarmista que se está esparciendo ahora tiene que ver con el mundo en desarrollo, particularmente China y la India, en donde el rápido crecimiento económico (y no las restricciones del Protocolo de Kyoto a las emisiones de gases) se ve como el creador de una insaciable demanda de petróleo. El supuesto de este cuento es que el petróleo mundial se acabará antes de lo que pensamos, mientras esos miles de millones de personas persiguen sus sueños de tener una casa grande y vehículos deportivos. ¿Es esto plausible?

Es cierto que China, la India y otros países emergentes se están desarrollando rápido. Pero los expertos encuentran dificultades para especificar las implicaciones que esto tiene en el largo plazo para el mercado energético. Hay demasiados factores que siguen en la oscuridad: la velocidad de crecimiento de la demanda energética de estos países, los descubrimientos de nuevas reservas de petróleo, los avances en tecnologías para ahorrar petróleo, y el reemplazo final del petróleo por otras fuentes de energía.

Pero lo que importa para los precios del petróleo, ahora y en el futuro visible, es la percepción del cuento, no las ambigüedades que hay tras ella. Si existe la percepción de que los precios serán más altos en el futuro, tenderán a elevarse hoy. Así es como funciona el mercado.

Si el común de la gente piensa que los precios del petróleo serán más altos en el futuro, los dueños de las reservas petroleras tenderán a posponer las costosas inversiones en exploración y expansión de la capacidad productiva, y pueden extraer crudo a un nivel por debajo de su capacidad. Preferirán vender su petróleo e invertir más tarde, cuando los precios sean más altos, restringiendo así el aumento de la oferta. Las expectativas se convierten en profecías autocumplidas, los precios del petróleo aumentan y nace una burbuja especulativa.

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Pero si los dueños de las reservas de petróleo piensan que los precios caerán en el corto plazo, tendrán un incentivo para explorar en búsqueda de reservas y ampliar la producción ahora, con el fin de vender tanto petróleo como sea posible antes de la baja. El aumento de la oferta resultante hace que los precios caigan, refuerza las expectativas de mayores bajas y produce el efecto inverso a una burbuja especulativa: un colapso en los precios.

Todo esto puede parecer obvio, pero tendemos a no pensar en los precios del petróleo como algo que está determinado por las expectativas sobre los precios futuros. Por ejemplo, en enero de 1974, cuando comenzó la primera crisis del petróleo, los precios se duplicaron en apenas unos días. Se cree que la causa inmediata fue el fulminante éxito de Israel en la Guerra del Yom Kippur, que provocó las represalias de los productores árabes de petróleo en la forma de una drástica reducción de la producción. La segunda crisis, en 1979, se atribuye por lo general a las interrupciones del suministro desde el Golfo Pérsico tras la revolución islámica en Irán y el inicio subsiguiente de la guerra entre Irak e Irán.

¿Por qué entonces los precios reales del petróleo, corregidos por la inflación, siguieron en los niveles de 1974 o por sobre ellos hasta 1986? Es probable que haya habido presiones especulativas que influenciaron las decisiones de la OPEC y de muchos otros. Aunque los cambios en la psicología del mercado son difíciles de entender, las preocupaciones generales que subyacen a estos episodios de exuberancia irracional son casi siempre bastante claras.

Por ejemplo, en 1972 varios científicos del Instituto de Tecnología de Massachusetts, entre los que se encontraba el pionero de la informática Jay Forrester, publicaron The Limits to Growth . El libro provocó un debate internacional acerca de si el mundo pronto enfrentaría inmensos problemas económicos debido a la escasez de petróleo y otros recursos naturales, problemas que parecían estar presagiados por los cortes de la producción de la OPEC dieciocho meses después.

La segunda crisis tuvo su precedente inmediato en el accidente del reactor nuclear de Three-Mile Island en Pennsylvania en marzo de 1979, el cual dio nuevas fuerzas al movimiento antinuclear. Con la energía nuclear (considerada como el principal baluarte tecnológico contra el agotamiento de las reservas mundiales de petróleo) repentinamente bajo sospecha, los precios del crudo se duplicaron nuevamente para fines de ese año.

Después de 1979, decrecieron los temores acerca de los límites del crecimiento y la energía nuclear. Los precios del petróleo bajaron gradualmente y el mercado de valores comenzó el largo ascenso hacia su cima en el año 2000.

Pero el actual aumento de los precios del petróleo demuestra que la gente todavía está ansiosa por abrazar cuentos sobre el "agotamiento del petróleo", esta vez con su foco en China y la India, incluso cuando es claro que los responsables son factores de corto plazo. De hecho, la Agencia Internacional de Energía hizo notar en septiembre que la relación usual entre los precios del petróleo y los niveles de inventario se había quebrado, y que los precios eran mucho más altos de lo que la mentada relación podía sugerir.

El informe de la AIE considera a este distanciamiento como una evidencia de un "cambio estructural en el mercado". Pero el mismo patrón ocurrió tras las crisis del petróleo de 1973-4 y 1979-80, cuando los precios bajaron de sus puntos más altos, pero se mantuvieron bastante altos por años, generando una traba para el mercado de valores, el mercado de la vivienda y la economía mundial. Esperemos que los efectos del alza actual tengan una vida más corta. Pero no esperen de pie.

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