ORLANDO – Uno de los más comunes malentendidos populares sobre las causas del terrorismo es el de que los terroristas han de ser unos “dementes” para hacer lo que hacen. Esa idea es tan falsa como consoladora.
Los conservadores en los Estados Unidos, por ejemplo, despotrican contra la “locura” de los terroristas islámicos y consideran los intentos de entender el terrorismo formas de contemporización o de progresismo extremoso. A raíz del 11 de septiembre de 2001, en particular, muchos derechistas entendieron equivocadamente el intento de entender o explicar las acciones de los terroristas como encaminado a justificarlas.
Sin embargo, no es la primera vez. Después de la segunda guerra mundial, el mito del “nazi loco” ejerció una profunda influencia en la imaginación popular; desde luego, sólo unos dementes podían perpetrar algo como el Holocausto, pero las investigaciones de ciencias sociales en los decenios de 1940 y 1950, incluidas las entrevistas con dirigentes nazis supervivientes, demostraron que los miembros de la jerarquía gubernamental alemana no sólo eran cuerdos, sino también muy inteligentes.
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Sin embargo, no es la primera vez. Después de la segunda guerra mundial, el mito del “nazi loco” ejerció una profunda influencia en la imaginación popular; desde luego, sólo unos dementes podían perpetrar algo como el Holocausto, pero las investigaciones de ciencias sociales en los decenios de 1940 y 1950, incluidas las entrevistas con dirigentes nazis supervivientes, demostraron que los miembros de la jerarquía gubernamental alemana no sólo eran cuerdos, sino también muy inteligentes.
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