DAVOS – Cuando yo era un estudiante de Medicina a mediados del decenio de 1980, contraje el paludismo en Papua Nueva Guinea. Fue una experiencia muy dura. Me dolía la cabeza. Tenía una temperatura altísima. Me quedé anémico, pero tomé el medicamento y me curé. No fue una experiencia agradable, pero, gracias a un unos medicamentos baratos y eficaces, en ningún momento corrí un gran peligro.
Las píldoras que me curaron, las tabletas de cloroquina, ya no funcionan. Incluso en la época en las que yo estaba tomándolas, el parásito que causa el paludismo ya se había vuelto resistente a la cloroquina en muchas partes del mundo; Papua Nueva Guinea fue uno de los últimos lugares en que esas píldoras siguieron siendo eficaces e incluso allí estaban perdiendo su fuerza. Actualmente, la cloroquina ha desaparecido prácticamente de nuestro arsenal médico.
La capacidad cada vez mayor de los patógenos para resistir los antibióticos y otros medicamentos antimicrobianos está pasando a ser la mayor crisis en ascenso en la atención de salud contemporánea... y se trata de una crisis que no puede resolver la ciencia por sí sola.
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Since 1960, only a few countries in Latin America have narrowed the gap between their per capita income and that of the United States, while most of the region has lagged far behind. Making up for lost ground will require a coordinated effort, involving both technocratic tinkering and bold political leadership.
explain what it will take finally to achieve economic convergence with advanced economies.
Between now and the end of this decade, climate-related investments need to increase by orders of magnitude to keep the world on track toward achieving even more ambitious targets by mid-century. Fortunately, if done right, such investments could usher in an entirely new and better economy.
explains what it will take to mobilize capital for the net-zero transition worldwide.
DAVOS – Cuando yo era un estudiante de Medicina a mediados del decenio de 1980, contraje el paludismo en Papua Nueva Guinea. Fue una experiencia muy dura. Me dolía la cabeza. Tenía una temperatura altísima. Me quedé anémico, pero tomé el medicamento y me curé. No fue una experiencia agradable, pero, gracias a un unos medicamentos baratos y eficaces, en ningún momento corrí un gran peligro.
Las píldoras que me curaron, las tabletas de cloroquina, ya no funcionan. Incluso en la época en las que yo estaba tomándolas, el parásito que causa el paludismo ya se había vuelto resistente a la cloroquina en muchas partes del mundo; Papua Nueva Guinea fue uno de los últimos lugares en que esas píldoras siguieron siendo eficaces e incluso allí estaban perdiendo su fuerza. Actualmente, la cloroquina ha desaparecido prácticamente de nuestro arsenal médico.
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