BERLÍN – La canciller alemana, Angela Merkel, no tiene fama de ser una oradora particularmente electrizante; se dice más bien que su hablar sosegado tiene el poder de dormir a los oyentes. Pero hace unos días eso cambió. Durante una visita de campaña a un festival de la cerveza en el suburbio muniqués de Trudering, Merkel pronunció un encendido discurso que dominó los titulares de los diarios a ambos lados del Atlántico.
Dada la cercanía de Pentecostés, muchos se preguntaron si Merkel hablaría inspirada por el Espíritu Santo. Pero no siendo eso, tal vez lo que la motivó a actuar fueron las muchas horas compartidas con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en las recientes reuniones de la OTAN y del G7. Y seguramente también estaría pensando en las próximas elecciones federales alemanas.
Pero el discurso de Merkel no fue como cuando el excanciller Gerhard Schröder, en un acto de campaña celebrado en la ciudad de Goslar en enero de 2003, declaró que Alemania no iría a la Guerra de Irak por más que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la aprobara. En el discurso de Merkel en Trudering hubo mucho más que electoralismo.
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Rather than seeing themselves as the arbiters of divine precepts, Supreme Court justices after World War II generally understood that constitutional jurisprudence must respond to the realities of the day. Yet today's conservatives have seized on the legacy of one of the few justices who did not.
considers the complicated legacy of a progressive jurist whom conservatives now champion.
In October 2022, Chileans elected a far-left constitutional convention which produced a text so bizarrely radical that nearly two-thirds of voters rejected it. Now Chileans have elected a new Constitutional Council and put a far-right party in the driver’s seat.
blames Chilean President Gabriel Boric for the rapid rise of the authoritarian populist José Antonio Kast.
BERLÍN – La canciller alemana, Angela Merkel, no tiene fama de ser una oradora particularmente electrizante; se dice más bien que su hablar sosegado tiene el poder de dormir a los oyentes. Pero hace unos días eso cambió. Durante una visita de campaña a un festival de la cerveza en el suburbio muniqués de Trudering, Merkel pronunció un encendido discurso que dominó los titulares de los diarios a ambos lados del Atlántico.
Dada la cercanía de Pentecostés, muchos se preguntaron si Merkel hablaría inspirada por el Espíritu Santo. Pero no siendo eso, tal vez lo que la motivó a actuar fueron las muchas horas compartidas con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en las recientes reuniones de la OTAN y del G7. Y seguramente también estaría pensando en las próximas elecciones federales alemanas.
Pero el discurso de Merkel no fue como cuando el excanciller Gerhard Schröder, en un acto de campaña celebrado en la ciudad de Goslar en enero de 2003, declaró que Alemania no iría a la Guerra de Irak por más que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la aprobara. En el discurso de Merkel en Trudering hubo mucho más que electoralismo.
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