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Revisión de la política industrial

SANTIAGO – Primero el Banco Mundial se declaró incansable defensor de los derechos de mujeres y gays. Luego, el Fondo Monetario Internacional apoyó el uso de controles de capital y expresó su preocupación sobre la desigualdad de ingresos. El próximo en la modernización ideológica es el Banco Interamericano de Desarrollo (BID): en un informe próximo a publicarse, el BID aboga por que se establezcan políticas industriales en América Latina.

El llamado es bienvenido. Pero, por supuesto que el BID - nunca tan conservador como los mellizos de Bretton Woods, pero de todos modos una tradicional burocracia financiera internacional - no habla de política industrial, sino que emplea una frase políticamente correcta: "políticas de desarrollo productivo" (PDPs). No obstante, el mensaje es claro: en América Latina, las políticas públicas y estatales deben desempeñar un papel en la decisión sobre qué se produce. Este mensaje hubiera sido una herejía para la generación anterior, pero hoy resulta una cuestión de sentido común.

La semana pasada, los economistas del BID trajeron su mensaje a un congreso realizado en Santiago de Chile. Este país, que durante años fue modelo de la región en materia de buena administración económica, también es un ejemplo de los riesgos que enfrentan todas las economías latinoamericanas. Con la baja en los precios de los recursos naturales y el aumento de las tasas de interés del dólar, el crecimiento de Chile está disminuyendo abruptamente. Los avances en la productividad han sido lentos desde hace casi 15 años, y la canasta de productos exportados por el país hoy es la misma que la de los 1980.

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