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Anatomía de una revolución postergada

El actual conflicto entre los gobernantes de Irán y el pueblo iraní es resultado de un choque frontal entre dos fuerzas contradictorias. En los últimos años, las actitudes públicas en Irán se han vuelto más liberales. Al mismo tiempo, el poder ha pasado desde un pragmatismo conservador a un fundamentalismo mucho más militante. El llamado del grupo de clérigos más importante de Irán a anular las elecciones es la última señal del contraataque de las facciones reformistas y conservadoras pragmáticas.

Treinta años después de la Revolución islámica, los iraníes se están volviendo menos religiosos y más liberales. Dos encuestas cara a cara a más de 2500 iraníes adultos, realizadas en 2000 y 2005, claramente mostraron esa tendencia. El porcentaje de quienes están “completamente de acuerdo” con que la democracia es la mejor forma de gobierno aumentó de un 20% a un 31%.

De manera similar, en una serie de preguntas acerca de la igualdad de género –que incluyó los temas del liderazgo político, el acceso igualitario a la educación superior y la obediencia de la esposa- las cifras siguen esa tendencia decreciente. Quienes consideraron que el amor es la base del matrimonio aumentaron de un 49% a un 69%, mientras quienes dependían de la aprobación de los padres cayeron de un 41% a un 24%. En 2005, un porcentaje de personas mucho mayor al de 200 se definió como "iraníes por sobre todo", en lugar de "musulmanes por sobre todo."

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