nye223_David S. HollowayGetty Images_USflag David S. Holloway/Getty Images

La democracia estadounidense y el poder suave

CAMBRIDGE – En un reciente encuentro de expertos en política exterior transatlántica, un amigo europeo comentó en el grupo que solía preocuparlo que EE. UU. perdiera poder duro, pero está más tranquilo ahora. Por otra parte, ahora lo inquietan más las cuestiones internas y el efecto que podrían tener sobre el poder suave que subyace a la política exterior estadounidense. ¿Se justifican sus temores?

Los líderes políticos astutos saben, desde hace mucho, que los valores pueden crear poder. Si puedo atraer a alguien y persuadirlo de que quiere lo que yo quiero, entonces no tengo que obligarlo a hacer lo que quiero o pagarle por ello. Si Estados Unidos (o cualquier otro país) representa valores que para otros son atractivos, puede ahorrarse premios y castigos. El poder suave depende en parte de la cultura y política exterior estadounidense cuando son atractivas para los demás; pero también de nuestro valores y de la forma en que practicamos la democracia puertas adentro.

Como muestran las encuestas internacionales, la presidencia de Donald Trump no fue beneficiosa para el poder suave estadounidense. Esto se debió en parte a una reacción contra la política exterior nativista de Trump, que se alejó de sus aliados y de las instituciones multilaterales, así como a la incompetente respuesta de su gobierno frente a la pandemia de la COVID-19. Pero aún más perjudicial para el poder suave estadounidense fue el esfuerzo de Trump por trastocar la transición ordenada del poder político cuando perdió las elecciones de 2020. Y el 6 de enero de 2021, según la descripción que hizo el senador Ben Sasse de la invasión al Capitolio estadounidense, «el principal símbolo de autogobierno del mundo fue saqueado mientras el líder del mundo libre se escondía tras el teclado y tuiteaba contra su vicepresidente por cumplir su juramento de defender la Constitución».

https://prosyn.org/Gr46s4Les