Los Estados Unidos despiertan al cambio climático

Después de años de debate en los Estados Unidos y de oposición por parte de la administración Bush para tomar acciones, el país finalmente está despertando a la realidad del cambio climático global. Todavía no hay un liderazgo por parte del presidente, pero el sector privado ya empezó a actuar.

Los líderes de las principales empresas estadounidenses han determinado que el cambio climático mundial provocado por el hombre es verdadero, que hay que controlarlo y que los empresarios deben desempeñar un papel constructivo en el proceso. Por lo tanto, aun cuando la administración Bush y algunos científicos inconformistas finjan que no existe el problema, los líderes corporativos estadounidenses están buscando soluciones prácticas.

La situación fundamental ha estado clara durante años. El uso global de combustibles fósiles está contribuyendo a un marcado aumento del dióxido de carbono en la atmósfera, lo que está causando que el planeta se caliente. Los patrones de las lluvias se están modificando. Los desiertos y las regiones secas se están secando más.

Es probable que aumenten los fenómenos climáticos extremos como los huracanes y tifones. Las inundaciones en Europa probablemente se intensifiquen, un proceso que ya inició. Los niveles del mar están creciendo y podrían elevarse abruptamente si el calentamiento global provoca un desequilibrio de las capas de hielo del Antártico y de Groenlandia. En resumen, la evidencia científica es sólida y crece en el sentido de que el planeta está en un grave riesgo, con muchos efectos negativos que ya se empezaron a sentir y otros que habrán de venir.

También, cada vez se entienden mejor las respuesta adecuadas. Se debe cambiar a un sistema sostenible de energía, uno que no implique un enorme aumento de carbono en la atmósfera. Esto requerirá de un cambio hacia fuentes renovables de energía como la energía solar y tal vez la energía nuclear, así como nuevas tecnologías que capturen el dióxido de carbono en las plantas generadoras para desecharlo después en depósitos subterráneos seguros. La sociedad tendrá que pagar el precio de estas inversiones en nuevas tecnologías de energía pero los beneficios serán mucho mayores que el costo.

Los Estados Unidos son el mayor emisor de dióxido de carbono proveniente de la utilización de energía, pero entre las economías más grandes es la que menos ha hecho para encarar el reto global. La administración Bush sostiene que hacen falta más investigaciones antes de emprender cualquier medida.

Subscribe to PS Digital
PS_Digital_1333x1000_Intro-Offer1

Subscribe to PS Digital

Access every new PS commentary, our entire On Point suite of subscriber-exclusive content – including Longer Reads, Insider Interviews, Big Picture/Big Question, and Say More – and the full PS archive.

Subscribe Now

Sin embargo, en los Estados Unidos están comenzando a darse acciones reales, gracias al liderazgo en otras partes del mundo y gracias a la comprensión inteligente de algunas de las principales empresas estadounidenses. Primero, el resto del mundo ratificó el Protocolo de Kyoto para controlar las emisiones de dióxido de carbono. A principios de este año, Europa introdujo un nuevo régimen de comercio de derechos de emisión de gases de efecto invernadero que utiliza incentivos basados en el mercado para controlar las emisiones de carbono. Las empresas estadounidenses que operan en Europa son parte de ese sistema en lo que toca a sus emisiones generadas en ese continente, de manera que están siendo arrastradas hacia el control climático aunque su propio gobierno evada el tema.

Segundo, los principales inversionistas estadounidenses, como los administradores de los fondos de pensiones, se están dando cuenta de que las compañías de su país que no controlan sus emisiones pueden ser vulnerables a pérdidas financieras en el futuro. Saben que, tarde o temprano, los Estados Unidos tendrán que unirse al resto del mundo en el control del cambio climático. En ese momento, las compañías generadoras de energía que utilicen tecnologías anticuadas que liberen cantidades masivas de gases de efecto invernadero podrían enfrentarse a pérdidas financieras graves.

Por ello, los inversionistas están diciendo a las compañías que informen sobre sus emisiones de carbono hoy para evaluar sus riesgos futuros. De manera análoga, muchos directivos de las compañías saben que fingir que los problemas ambientales no existen es malo para los accionistas, porque la realidad se manifestará algún día. Saben que invertir hoy en tecnologías limpias les puede dar una ventaja competitiva de largo plazo. Como resultado, muchas empresas están tomando medidas para limitar ahora sus emisiones a fin de evitar riesgos financieros futuros y la falta de confianza de los inversionistas.

El avance más espectacular de este tipo sucedió cuando General Electric, una de las compañías más importantes, innovadoras y respetadas del mundo anunció que se volvería "verde" mediante un nuevo enfoque corporativo hacia las tecnologías ambientalmente racionales y un compromiso de limitar sus propias emisiones de gases de efecto invernadero. Con el liderazgo de GE, al que denominó "ecomaginación" (combinación de ecología e imaginación), es seguro que muchas empresas estadounidenses seguirán el ejemplo. .

Es demasiado pronto para contar con el éxito en lograr la participación de los Estaods Unidos en el cambio climático. La administración Bush sigue retrasando y evadiendo la ciencia racional. No obstante, resulta razonablemente claro que se ha alcanzado un punto decisivo. La realidad está alcanzando a los Estados Unidos como ya lo ha hecho en otros lugares del mundo. A medida que los ciudadanos y las empresas del país sigan sufriendo por los resultados del cambio climático --olas de calor, sequías, huracanes e inundaciones--, cada vez más estadounidenses, incluyendo un número creciente de líderes empresariales comenzarán a presionar a los líderes políticos para que emprendan acciones reales.

Las soluciones no serán fáciles y el esfuerzo debe durar varias décadas en todas partes del mundo. Pero los esfuerzos deben empezar ahora. Como en el caso del nuevo comercio del carbono en Europa, todos los productores y consumidores del mundo tendrán que encarar incentivos de mercado para adoptar tecnologías y patrones de consumo que disminuyan (y a la larga detengan) el aumento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera. Todos tendremos que pagar un "precio de mercado" cuando contribuyamos al cambio climático global, de manera que demos verdaderos incentivos económicos a los sistemas de energía sostenible y a nuevas inversiones públicas --por ejemplo, el transporte de masas-- que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y eviten así desastres climáticos futuros.

https://prosyn.org/PeO4Ildes