Estados Unidos se dispara a si mismo

Una de las víctimas de la guerra al terrorismo (o, más bien, de la manera como EEUU está llevando la guerra) es el declive de la influencia estadounidense en la promoción de los derechos humanos en todo el mundo. Para el movimiento internacional de los derechos humanos, este es un grave retroceso.

Durante más de un cuarto de siglo, desde que la defensa de los derechos humanos a nivel intrernacional se convirtió en un objetivo explícito y declarado de la política exterior de EEUU bajo el Presidente Jimmy Carter, la influencia estadounidense jugó un papel importante en la reducción de los abusos. Las consecuencias más profundas de esto se vieron en los países que habían sido parte del imperio soviético, pero se extendieron a otras regiones también.

Incluso en lugares donde EEUU apoyó a regímenes que cometieron graves violaciones a los derechos humanos (o donde los disculpó porque eso se hacía en aras de otros intereses nacionales de mayor prioridad), a menudo fue posible que el movimiento de derechos humanos agobiara y avergonzara a Washington, convirtiéndolo en el responsable indirecto de los abusos de sus protegidos. En los años 80 este enfoque centró su atención en abusos en Centroamérica, asolada por múltiples confictos, y en el Irak de Saddam Hussein, favorecido por la administración Reagan en su lucha con el enemigo de EEUU, el Irán del Ayatollah Jomeini. De este modo, a veces consiguió indirectamente lo que no se podía hacer directamente: el aumento de la influencia estadounidense en la promoción de los derechos humanos.

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