Como caso único entre las naciones industrializadas, Estados Unidos carece de un sistema nacional de seguro médico. Cuarenta millones de estadounidenses carecen de cualquier forma de seguro médico; muchos más se enfrentan a la perspectiva de perder los seguros vinculados a sus empleos a causa de los despidos en las compañías. Mientras tanto, el gasto de EEUU en servicios de salud llega a los $4.600 per cápita, más del doble del promedio de otros países industrializados. El gasto en servicios de salud de EEUU es de un 14% del PIB, el más alto del mundo, euqivalente a un gran total de $1,3 billones, y sigue creciendo.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a pesar de este gasto colosal Estados Unidos se sitúa atrás de Japón y varios países europeos en varios parámetros estándar de salubridad: mortalidad infantil, expectativa de vida al nacer y muertes que se podrían haber prevenido mediante servicios médicos adecuados. Estados Unidos gasta más y obtiene menos, y todo parece indicar que la perversa economía del seguro de salud estadounidense permanecerá más o menos sin cambio indefinidamente.
La razón es que los perdedores en este sistema tienden a ser pobres, políticamente desorganizados y poco articulados, mientras sus conciudadanos más afortunados tienen un seguro que cubre los costos de los tratamientos y disfrutan de los beneficios de la excelencia de alta tecnología que ha dado renombre a la medicina estadounidense.
Como caso único entre las naciones industrializadas, Estados Unidos carece de un sistema nacional de seguro médico. Cuarenta millones de estadounidenses carecen de cualquier forma de seguro médico; muchos más se enfrentan a la perspectiva de perder los seguros vinculados a sus empleos a causa de los despidos en las compañías. Mientras tanto, el gasto de EEUU en servicios de salud llega a los $4.600 per cápita, más del doble del promedio de otros países industrializados. El gasto en servicios de salud de EEUU es de un 14% del PIB, el más alto del mundo, euqivalente a un gran total de $1,3 billones, y sigue creciendo.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), a pesar de este gasto colosal Estados Unidos se sitúa atrás de Japón y varios países europeos en varios parámetros estándar de salubridad: mortalidad infantil, expectativa de vida al nacer y muertes que se podrían haber prevenido mediante servicios médicos adecuados. Estados Unidos gasta más y obtiene menos, y todo parece indicar que la perversa economía del seguro de salud estadounidense permanecerá más o menos sin cambio indefinidamente.
La razón es que los perdedores en este sistema tienden a ser pobres, políticamente desorganizados y poco articulados, mientras sus conciudadanos más afortunados tienen un seguro que cubre los costos de los tratamientos y disfrutan de los beneficios de la excelencia de alta tecnología que ha dado renombre a la medicina estadounidense.