solana123_Noah RiffeAnadolu Agency via Getty Images_trump rally Noah Riffe/Anadolu Agency via Getty Images

Una elección sobre el multilateralismo

MADRID – Cuando Donald Trump se convirtió en el candidato republicano en 2016, muchos vaticinaron que su retórica incendiaria se templaría durante la campaña contra Hillary Clinton, con tal de atraer a votantes centristas. Una vez elegido, sin un ápice de la esperada circunspección, se dijo que la presidencia y el Partido Republicano le harían adoptar un tono más decoroso. Hoy sabemos cuán ingenuas fueron estas predicciones. Trump no se moderó; más bien, se envalentonó.

Lo más preocupante no es que el peculiar estilo Trump se haya mantenido inmutable, sino que el Partido Republicano y el Gobierno se hayan moldeado a su imagen y semejanza. Hoy son pocas las voces republicanas que osan cuestionarle y, en el seno de la Administración, el presidente se ha rodeado progresivamente de una camarilla de yes-men, apartando a los pocos que se oponían a sus ideas más descabelladas. Con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, merece la pena repasar brevemente los múltiples rostros que ha ido enseñando Trump, y que terminan convergiendo en uno: la completa abdicación de las responsabilidades de Estados Unidos para con el resto del mundo.

Trump ha mostrado una cara nacionalista, plasmada en sus famosos eslóganes de America First y Make America Great Again. Todo esfuerzo de cooperación global es vilipendiado en nombre de una anacrónica concepción de soberanía nacional. Ante la actual pandemia, el presidente ha abrazado el llamado “nacionalismo de las vacunas”, renunciando a participar en el COVAX, una iniciativa apoyada por la OMS que busca garantizar una distribución equitativa de las mismas.

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