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La quinta columna americana

LONDRESEn la década de 1970 la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) fue producto del enfrentamiento de la Guerra Fría entre Occidente, democrático y liberal, y el bloque soviético comunista. El nombre de la organización describía con precisión su función, mientras el imperio soviético se desmoronaba, la OSCE se dedicó a alentar la transición de los países a la democracia ayudándolos, entre otras cosas, a llevar a cabo elecciones libres y justas.

El mundo estuvo muy alerta al veredicto de las misiones de observación de la OSCE en países como Ucrania, Rumania y Kazajistán, pero pocos en ese momento prestaron atención a la forma en que se llevaban a cabo las elecciones presidenciales en Estados Unidos, tierra de la libertad.

Es cierto, tal vez hubo quienes se preocuparon un poco por las maniobras de los principales partidos estadounidenses, los esfuerzos más recientes de los republicanos para eliminar los votos en las comunidades de color, y los informes políticos partidistas sin tregua en algunos medios locales y nacionales. En términos generales, sin embargo, la gestión de las elecciones en EE. UU. no dio muchos motivos por los que preocuparse. Los votantes elegían en forma justa a los presidentes, aunque a través del curioso sistema del colegio electoral, que reflejaba la historia estadounidense pero a veces negaba la victoria al ganador del voto popular.

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