Daniel Tarullo Brooks Kraft

“Estados Unidos primero”: ¿también en regulación financiera?

LONDRES – Mientras el presidente Trump lucha para llenar su administración de simpatizantes que lo ayuden a convertir los tuits en políticas, no se detiene el éxodo de funcionarios nombrados por Obama en el gobierno federal y otras agencias. Para el mundo financiero, una de las partidas más significativas fue la de Daniel Tarullo, director de la Reserva Federal que condujo su trabajo en regulación financiera los últimos siete años.

Sería exagerado decir que Tarullo gozó del aprecio de todos en la comunidad de los banqueros. Tarullo fue el principal promotor de un gran incremento de los ratios de capital en Estados Unidos y en otros países; un duro negociador, con un fino instinto para detectar pedidos de trato especial infundados de las compañías financieras. Pero su renuncia será saludada en Europa con lágrimas de cocodrilo. A los bancos europeos, e incluso a sus reguladores, les preocupaba su encendida defensa de la introducción de normas aun más estrictas en el Acuerdo de Basilea 3.5 (o Basilea 4, como gustan llamarlo los banqueros), que de implementarse según la propuesta estadounidense, exigirían nuevos incrementos sustanciales de la capitalización de los bancos europeos en particular. Tras su partida, el destino de estas propuestas es incierto.

Pero Tarullo también fue un entusiasta promotor de la cooperación internacional en materia de regulación (y puede mostrar sus millas de viajero frecuente para probarlo). Presidió varios años el Comité Permanente de Cooperación Supervisora y Reguladora, una dependencia poco conocida pero importante del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB por su sigla en inglés). Su dedicación a trabajar codo a codo con colegas de organismos internacionales como el FSB y el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, con el fin de alcanzar acuerdos globales en cuestiones regulatorias que permitieran a los bancos competir en condiciones parejas, fue innegable.

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