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Estados Unidos en una cruzada perversa contra China

NUEVA YORK – Muchos cristianos evangélicos blancos en Estados Unidos están convencidos de que Dios ha dado a su país la misión de salvar al mundo. Influida por esta mentalidad cruzadista, la política exterior de los Estados Unidos ha oscilado muchas veces entre la diplomacia y la guerra. Hay riesgo de que lo vuelva a hacer.

El mes pasado, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, lanzó otra cruzada evangélica, esta vez contra China. Pronunció un discurso extremista, simplista y peligroso, que puede poner a Estados Unidos en una senda de conflicto con aquel país.

Según Pompeo, el presidente chino Xi Jinping y el Partido Comunista de China (PCCh) tienen un «viejo deseo de hegemonía mundial». Hay ironía en esta afirmación. Sólo un país (Estados Unidos) tiene una estrategia de defensa que estipula ser la «principal potencia militar del mundo», con «equilibrios de poder regionales favorables en el Indo-Pacífico, Europa, Medio Oriente y el hemisferio occidental». En cambio, el plan de defensa de China establece que «nunca seguirá el trillado camino de las grandes potencias en pos de la hegemonía», a lo que añade: «Conforme la globalización económica, la sociedad de la información y la diversificación cultural evolucionan en un mundo cada vez más multipolar, la paz, el desarrollo y la cooperación mutuamente ventajosa seguirán siendo la tendencia irreversible de los tiempos».

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