A 4-day-old newborn baby Sean Gallup/Getty Images

El fin del baby boom estadounidense

LONDRES – La noticia de que la tasa de fertilidad de los Estados Unidos cayó en 2017 a 1,75 provocó sorpresa y preocupación. La bonanza económica de los noventa y primeros años de este siglo en Estados Unidos fue acompañada por tasas de fertilidad de entre 2,00 y 2,05 hijos por mujer (un aumento respecto de 1,8 a 1,9 en los ochenta). Pero la cada vez más fuerte recuperación económica de los últimos cinco años fue acompañada por una caída de la tasa de natalidad. Eso parece presagio de que a largo plazo habrá un faltante de trabajadores respecto de la cantidad de retirados, y graves presiones financieras sobre los fondos de pensiones y la provisión de atención médica.

Pero el supuesto de que a mayor crecimiento y optimismo económico siempre corresponde mayor fertilidad (mientras que una baja tasa de natalidad es reflejo de pesimismo en relación con el futuro) no tiene respaldo empírico. Además, una tasa de fertilidad más o menos como la actual en Estados Unidos no plantea problemas graves y trae algunos beneficios.

En las grandes economías desarrolladas, la fertilidad se redujo en los años sesenta y setenta hasta niveles inferiores a la tasa de sustitución, que es aproximadamente 2,05 hijos por mujer. A fines de los setenta, la tasa estadounidense llegó a 1,77, contra 1,8 en Europa septentrional y 1,65 en Europa occidental. Y aunque no es totalmente seguro, lo más probable es que el cambio a tasas de fertilidad considerablemente inferiores a la de sustitución sea permanente (con variaciones transitorias motivadas por factores específicos no reiterativos).

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