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Todos los hijos de la Reina

NUEVA YORK - ¿Le quedan aspectos positivos a la monarquía (la monarquía constitucional, no el tipo despótico)? Los argumentos contra la permanencia de reyes y reinas son en su mayoría bastante racionales. No es razonable en esta era democrática dar un trato especial a personas específicas únicamente debido a su cuna. ¿Realmente se supone que debemos admirar y amar las monarquías modernas, como la Casa Británica de Windsor, más aún hoy en día, sólo porque una nueva princesa ha sido seleccionada de entre la clase media?

Monarquía tiene un efecto infantilizante. Prueba de ello es cómo personas adultas, normalmente razonables y de buen juicio, se reducen a sonreír nerviosa y aduladoramente cuando se les concede el privilegio de tocar una mano de la realeza. En las grandes muestras de fasto monárquico, como la boda real en Londres, millones quedaron fascinados por sueños, como de niños, de una boda de "cuento de hadas". La mística de una inmensa riqueza, un nacimiento de sangre azul y gran exclusividad se ve alimentada por los medios de comunicación globales que promueven estos ritos.

Ahora bien, uno podría argumentar que la digna pompa de la Reina Isabel II es preferible a la grandiosidad de mal gusto de Silvio Berlusconi, Madonna o Cristiano Ronaldo. De hecho, la monarquía británica, sobre todo, se ha reinventado a sí misma mediante la adopción de muchas de las características más vulgares del moderno mundo del espectáculo o la celebridad deportiva. Y a menudo los mundos de la realeza y la fama popular se superponen.

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