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IA, democracia y el orden mundial

MADRID/NUEVA DELHI – Los futuros historiadores bien podrán decir que la segunda mitad de marzo de 2023 ha sido el momento en que verdaderamente comenzó la era de la inteligencia artificial. En el lapso de apenas dos semanas, el mundo fue testigo del lanzamiento de GPT-4, Bard, Claude, Midjourney V5, Security Copilot y muchas otras herramientas de IA que han superado las expectativas de casi todo el mundo. La aparente sofisticación de estos nuevos modelos de IA ha superado por diez años las predicciones de la mayoría de los expertos.

Durante siglos, las innovaciones novedosas -desde la invención de la imprenta y el motor a vapor hasta el auge del transporte aéreo e Internet- han impulsado el desarrollo económico, expandido el acceso a la información y mejorado marcadamente la atención médica y otros servicios esenciales. Pero estos desarrollos transformadores también han tenido consecuencias negativas, y el despliegue acelerado de las herramientas de IA no será diferente.

La IA puede realizar tareas que los seres humanos odian hacer. También puede brindar educación y atención médica a millones de personas que están relegadas en los marcos existentes. Y puede, en gran medida, mejorar la investigación y el desarrollo, abriendo potencialmente las puertas a una nueva era dorada de innovación. Pero también puede sobrecargar la producción y diseminación de noticias falsas, desplazar en gran escala la mano de obra humana, y crear herramientas peligrosas y disruptivas que podrían ser hostiles a nuestra propia existencia.

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