workers car factory Jure Makovec/AFP/Getty Images

Una agenda práctica para tiempos revolucionarios

OXFORD – Mientras los líderes financieros del mundo se reúnen para las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, muchos trabajadores del mundo exigen un cambio radical porque sienten que sus voces no se escuchan. Aquellos que, se supone, deben representarlos no deben pasar por alto esta rabia y frustración por mucho más tiempo.

Según el Barómetro Edelman Trust de 2017, la confianza del público en el statu quo se ha derrumbado en todo el mundo, debido a las preocupaciones generalizadas sobre la globalización, la innovación, la inmigración, la erosión de los valores sociales y la corrupción. Al mismo tiempo, la respuesta de las élites que se consideran a sí mismas guardianas del crecimiento económico a veces ha empeorado las cosas. Si piensan que pueden disipar las preocupaciones públicas simplemente explicando los beneficios del actual sistema económico mundial y ajustando las políticas para compensar a los que quedan atrás, les espera un brusco despertar.

A principios de este mes, el FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio publicaron un informe conjunto que exaltaba los beneficios del comercio como motor del crecimiento de la productividad, la competencia y la elección del consumidor. No son nuevos los argumentos del informe a favor del libre comercio, ni tampoco su recomendación de que se utilicen "políticas activas del mercado de trabajo" para amortiguar la pérdida de empleos y medios de subsistencia. Lo nuevo es que repetir estas afirmaciones, si no se abordan también las preocupaciones más profundas de las personas, hoy puede causar más daño que bien.

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