¿Un Mundo Restablecido?

BERLÍN: Como viejos caballos de guerra que se sienten jóvenes de nuevo cuando el clarín resuena, los estrategas de la Guerra Fría sienten la adrenalina correr por sus venas al ver que la defensa antimisiles alcanza las primeras planas. Es verdad, la defensa antimisiles que Bill Clinton (renuente) y George W. Bush (entusiasta) proponen –con el apoyo masivo del Congreso estadounidense–, es diferente a la Guerra de las Galaxias con la que Ronald Reagan soñó hace veinte años: se supone que la Defensa Nacional Antimisiles (NMD, por sus siglas en inglés) deberá interceptar una modesta cantidad de cabezas nucleares, no proveer una protección total en contra de los misiles enemigos. De cualquier forma, el tema ha dado nuevos bríos al antiguo debate sobre la disuasión, la destrucción mutua garantizada y el control de las armas nucleares, y ha reavivado la rivalidad entre las potencias nucleares justo cuando el armamento atómico había perdido mucha de su relevancia.

Sorprendentemente, el debate se acalora a pesar de que no es seguro que la NMD funcione. Incluso si funciona tendrán que pasar entre diez y quince años, quizá más, antes de que sea operativa. Así, los temperamentos se han exaltado por algo que, siempre y cuando suceda en el futuro lejano, quizá tenga o no tenga mucho impacto. Ahora, los gobiernos que normalmente son cautelosos se están situando como si el futuro estuviese a la vuelta de la esquina.

¿Qué explica este extraño comportamiento? No es una fe ciega en la tecnología. Después de todo, la historia de la defensa antimisiles muestra que la tecnología ha decepcionado constantemente a sus partidarios dentro y fuera del gobierno. Ninguna persona cuerda puede asumir que algo nunca antes logrado, es decir, destruir una reducida cantidad de cabezas nucleares en vuelo, sucederá de la noche a la mañana. De las tres pruebas realizadas hasta ahora, una falló por poco, dos por completo, razón por la que el presidente Clinton dejó el asunto en manos de su sucesor. Si el presidente Bush, como ha insinuado, está a favor de un nuevo diseño, tomará todavía más tiempo desarrollar la arquitectura y elaborar un programa de pruebas. Tampoco nadie puede estar seguro de que funcionará.

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