Guerra a la tolerancia

AMSTERDAM – Cuando la "tolerancia" se convierte en un término de abuso en un lugar como Holanda, es que algo anda realmente mal. Los holandeses siempre se han enorgullecido de ser el pueblo más tolerante del planeta. En épocas menos agitadas que estas, nadie podría haberse sentido ajeno a las palabras del discurso de la Reina Beatriz la Navidad pasada, cuando pidió tolerancia y “respeto por las minorías”. Pero Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad, de derechas y antimusulmán, se disgustó tanto por la "basura multicultural" de la reina holandesa que expresó su deseo de despojarla de su papel constitucional en el gobierno.

Wilders, político populista cuyo partido ocupa nueve bancas en el parlamento holandés, compara el Corán con el Mein Kampf de Hitler, desea detener la migración de musulmanes a Holanda y dice a gritos que los que ya están en el país deberían deshacerse de la mitad de las páginas del Corán si es que desean quedarse. A sus ojos, la tolerancia hacia el Islam es sinónimo de cobardía. Piensa que Europa corre peligro de "islamizarse". "Pronto habrá más mezquitas que iglesias", dice, si los verdaderos europeos no se ponen los pantalones y salvan la civilización occidental.

A pesar de su llamado a prohibir el Corán, Wilders y sus admiradores afirman creer en una total libertad de expresión como un derecho occidental intrínseco. Beatriz declaró que la libertad de expresión no significa automáticamente el derecho a ofender. Wilders no está de acuerdo. Ninguna crítica al Islam, por más ofensiva que sea, debería jamás verse limitada por el tener que ser políticamente correctos.

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