¿Un puntapié inicial para la paz?

Ereván – La reciente invitación del Presidente armenio Serzh Sargsyan al Presidente turco Abdullah Gul para que visitara Ereván para ver juntos un partido de fútbol fue histórica. Dada la tensión que tradicionalmente existe entre los dos países, esta visita habría sido notable en cualquier momento, pero el que se produzca a apenas un mes de la alarmante confrontación entre Rusia y Georgia puede ofrecer una esperanza real de que se pueda bajar la intensidad de las tensiones en la volátil región del Cáucaso.

Por supuesto, hay problemas antiguos y difíciles que separan a Armenia y Turquía, pero ahora es el momento de que los dos países dejen atrás el pasado para abordar los problemas de seguridad que tienen en común. En el nuevo contexto creado por la guerra en Georgia, para nadie es desconocida la urgencia de que Turquía se convierta en un puente real entre las naciones del Cáucaso.

Esta expectativa es consecuencia inevitable de la geografía y la historia de Turquía. Situada figurativamente entre la modernidad y la tradición, el secularismo y el Islam, y entre la democracia y la tiranía, es también un puente físico entre Oriente y Occidente. Para los pueblos del Cáucaso, marca nuestro camino a Europa. Es miembro de la OTAN, con fronteras con las tres repúblicas caucásicas que tienen Programas de Acción de Asociación Individual con la OTAN. Aspira a formar parte de la Unión Europea, y traería la UE a nuestras tres fronteras, incluso cuando nosotros aspiramos a formar parte de ella también algún día.

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