PARÍS – Desde que el Presidente francés Nicolas Sarkozy abandonó la lista de solteros más codiciados de su país, al reconocer públicamente su relación amorosa con la supermodelo, convertida en cantante, Carla Bruni durante un viaje romántico a Eurodisney, ha empezado a tener problemas.
Su índice de popularidad ha caído por primera vez por debajo del 50 por ciento. Los ciudadanos mayores franceses no consideran demasiado divertido el espectáculo público de su dirigente enamorado. En el extranjero, los legisladores egipcios se sintieron tan atribulados por la perspectiva de que el Jefe de Estado francés compartiera cama con su novia, que varios de ellos manifestaron su desaprobación en el Parlamento.
Asimismo, la India está en un dilema sobre cómo aplicar el protocolo durante la inminente visita de Sarkozy al subcontinente como invitado de honor en las celebraciones del 26 de enero, Día de la República de ese país. ¿Debería la Primera Novia contar con su propio desfile de coches, como una Primera Dama? Entretanto, los mismos grupos hindúes de extrema derecha que protestan contra el Día de San Valentín como decadente fiesta occidental han advertido que, si Sarkozy llega con su novia a remolque, saldrán a las calles a darle el recibimiento que se merece.
Esa controversia ha amenazado con eclipsar una cumbre anunciada a bombo y platillo entre dos de las grandes democracias del mundo. Con los lucrativos acuerdos comerciales que están en juego sobre los artículos muy costosos que impulsan la economía francesa –armamento, centrales nucleares y aviones Airbus-, Francia tiene un gran interés en que la cumbre en la India tenga éxito.
Así, pues, cuando corren rumores sobre ceremonias secretas de boda ya concluidas o en preparación, ¿podrían los problemas que se están fraguando en la India en relación con la muy pública vida amorosa del Presidente francés ser la causa de las prisas para que la pareja esté legalmente casada?
La noticia aparecida en el medio de prensa favorecido por Sarkozy
Le Journal du Dimanche
de que la pareja piensa casarse desencadenó un frenesí de conjeturas febriles sobre cuándo podría ser el feliz acontecimiento. La pareja intercambió importantes prendas de afecto mutuo: él le regaló un anillo con un diamante rosado de Dior en forma de corazón y ella le regaló un reloj suizo.
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“Va en serio”, reconoció el perdidamente enamorado Presidente, pero se negó, incluso ante las preguntas directas de periodistas, a revelar la fecha exacta. “Lo más probable es que se enteren ustedes después de que haya ocurrido”, se burló. Se rumorea que la pareja ha fijado la boda para el 8 o el 9 de febrero. Otros dicen que Sarkozy ya ha burlado a los medios de comunicación casándose en secreto en el Palacio del Elíseo, incluso cuando esquivaba preguntas sobre la boda.
Si es así, Sarkozy se ha perdido la oportunidad romántica de su vida. Si la pareja se mostró ardiente ante las cámaras con Luxor y Petra de fondo, podemos imaginar lo mucho más ardiente que podría llegar a estar en el lugar más romántico de la Tierra, el Taj Mahal y, en vista de que todo lo relativo a Bollywood hace furor en Francia, una espléndida boda india sería apropiada. La propia trayectoria vital de Bruni se parece mucho a la de muchas estrellas de Bollywood, que han pasado de modelos a actrices. Una hermosa morena que canta resulta perfecta para una renovación de imagen al estilo Bollywood.
El Gobierno de la India se sentirá más que aliviado al ver a la primera novia convertida en esposa. Como ha dicho uno de los principales diarios de la India, el
Indian Express,
para que nadie se confunda:
“Una novia no es una esposa”. Una vez casados, todas las preocupaciones por el protocolo en relación con la pareja francesa desaparecerían pura y simplemente.
Pese a los culebreos, a veces claramente pornográficos, en la pantalla de las actrices incipientes de Bollywood, la India sigue siendo una sociedad profundamente conservadora. El divorcio es objeto de anatema. (Sarkozy ya está divorciado dos veces.) Y, si bien abundan las queridas entre las clases privilegiadas, no se pasean en público junto a sus poderosos amantes. Los besos y las caricias en público, incluso entre esposos, son objeto de tabú.
A ese respecto, la India se parece más a la Francia respecto de la cual Sarkozy quiere hacer borrón y cuenta nueva que a la actual. La mayoría de los indios, como, al parecer, muchos franceses, preferirán no abandonar la “hipocresía” que lamenta Sarkozy por parte de sus predecesores (léase: el ex Presidente francés François Mitterrand, quien tuvo con su querida una hija de la que el público nada supo hasta el entierro de su padre).
Sarkozy, más que nadie, debería saber que gran parte de la
gravitas
del cargo se deriva de la pompa y la circunstancia. El de gobernar es un arte en el que las apariencias deben ser engañosas. Cuando Sarkozy, quien, por lo demás, tiene tan buen olfato para las relaciones con los medios de comunicación, afirma que no es diferente de cualquier otro hombre, se acerca peligrosamente a la confusión entre el cargo y la persona del Presidente.
La mayoría de los franceses sólo podrían soñar con una boda exótica en la India. Sarkozy podría hacer realidad ese sueño. Si de verdad está tan locamente enamorado de Bruni, como dice, y piensa casarse con ella inmediatamente, ¿por qué no aprovecha su próximo viaje a la India y hace de ella una boda inolvidable? Podría reunirse con su novia sentado majestuosamente en la gualdrapa de un elefante profundamente adornado y ella, enjoyada y envuelta en las mejores galas indias, estaría deslumbrante. El Presidente
bling-bling,
como se ha llamado a Sarkozy, puede exhibir todo el oro que quiera y prodigar aún más diamantes a su novia.
Las cámaras rodarían, los indios sonreirían y Francia gozaría de un espectáculo de Bollywood superior a lo que jamás hubiera soñado. Y, si es demasiado tarde para la boda, siempre quedará el banquete.
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From a long list of criminal indictments to unfavorable voter demographics, there is plenty standing between presumptive GOP nominee Donald Trump and a second term in the White House. But a Trump victory in the November election remains a distinct possibility – and a cause for serious economic concern.
Contrary to what former US President Donald Trump would have the American public believe, no president enjoys absolute immunity from criminal prosecution. To suggest otherwise is to reject a bedrock principle of American democracy: the president is not a monarch.
explains why the US Supreme Court must reject the former president's claim to immunity from prosecution.
When comparing Ukraine’s situation in 2024 to Europe’s in 1941, Russia’s defeat seems entirely possible. But it will require the West, and the US in particular, to put aside domestic political squabbles and muster the political will to provide Ukraine with consistent and robust military and financial assistance.
compare Russia's full-scale invasion to World War II and see reason to hope – as long as aid keeps flowing.
PARÍS – Desde que el Presidente francés Nicolas Sarkozy abandonó la lista de solteros más codiciados de su país, al reconocer públicamente su relación amorosa con la supermodelo, convertida en cantante, Carla Bruni durante un viaje romántico a Eurodisney, ha empezado a tener problemas.
Su índice de popularidad ha caído por primera vez por debajo del 50 por ciento. Los ciudadanos mayores franceses no consideran demasiado divertido el espectáculo público de su dirigente enamorado. En el extranjero, los legisladores egipcios se sintieron tan atribulados por la perspectiva de que el Jefe de Estado francés compartiera cama con su novia, que varios de ellos manifestaron su desaprobación en el Parlamento.
Asimismo, la India está en un dilema sobre cómo aplicar el protocolo durante la inminente visita de Sarkozy al subcontinente como invitado de honor en las celebraciones del 26 de enero, Día de la República de ese país. ¿Debería la Primera Novia contar con su propio desfile de coches, como una Primera Dama? Entretanto, los mismos grupos hindúes de extrema derecha que protestan contra el Día de San Valentín como decadente fiesta occidental han advertido que, si Sarkozy llega con su novia a remolque, saldrán a las calles a darle el recibimiento que se merece.
Esa controversia ha amenazado con eclipsar una cumbre anunciada a bombo y platillo entre dos de las grandes democracias del mundo. Con los lucrativos acuerdos comerciales que están en juego sobre los artículos muy costosos que impulsan la economía francesa –armamento, centrales nucleares y aviones Airbus-, Francia tiene un gran interés en que la cumbre en la India tenga éxito.
Así, pues, cuando corren rumores sobre ceremonias secretas de boda ya concluidas o en preparación, ¿podrían los problemas que se están fraguando en la India en relación con la muy pública vida amorosa del Presidente francés ser la causa de las prisas para que la pareja esté legalmente casada?
La noticia aparecida en el medio de prensa favorecido por Sarkozy Le Journal du Dimanche de que la pareja piensa casarse desencadenó un frenesí de conjeturas febriles sobre cuándo podría ser el feliz acontecimiento. La pareja intercambió importantes prendas de afecto mutuo: él le regaló un anillo con un diamante rosado de Dior en forma de corazón y ella le regaló un reloj suizo.
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Si es así, Sarkozy se ha perdido la oportunidad romántica de su vida. Si la pareja se mostró ardiente ante las cámaras con Luxor y Petra de fondo, podemos imaginar lo mucho más ardiente que podría llegar a estar en el lugar más romántico de la Tierra, el Taj Mahal y, en vista de que todo lo relativo a Bollywood hace furor en Francia, una espléndida boda india sería apropiada. La propia trayectoria vital de Bruni se parece mucho a la de muchas estrellas de Bollywood, que han pasado de modelos a actrices. Una hermosa morena que canta resulta perfecta para una renovación de imagen al estilo Bollywood.
El Gobierno de la India se sentirá más que aliviado al ver a la primera novia convertida en esposa. Como ha dicho uno de los principales diarios de la India, el Indian Express, para que nadie se confunda: “Una novia no es una esposa”. Una vez casados, todas las preocupaciones por el protocolo en relación con la pareja francesa desaparecerían pura y simplemente.
Pese a los culebreos, a veces claramente pornográficos, en la pantalla de las actrices incipientes de Bollywood, la India sigue siendo una sociedad profundamente conservadora. El divorcio es objeto de anatema. (Sarkozy ya está divorciado dos veces.) Y, si bien abundan las queridas entre las clases privilegiadas, no se pasean en público junto a sus poderosos amantes. Los besos y las caricias en público, incluso entre esposos, son objeto de tabú.
A ese respecto, la India se parece más a la Francia respecto de la cual Sarkozy quiere hacer borrón y cuenta nueva que a la actual. La mayoría de los indios, como, al parecer, muchos franceses, preferirán no abandonar la “hipocresía” que lamenta Sarkozy por parte de sus predecesores (léase: el ex Presidente francés François Mitterrand, quien tuvo con su querida una hija de la que el público nada supo hasta el entierro de su padre).
Sarkozy, más que nadie, debería saber que gran parte de la gravitas del cargo se deriva de la pompa y la circunstancia. El de gobernar es un arte en el que las apariencias deben ser engañosas. Cuando Sarkozy, quien, por lo demás, tiene tan buen olfato para las relaciones con los medios de comunicación, afirma que no es diferente de cualquier otro hombre, se acerca peligrosamente a la confusión entre el cargo y la persona del Presidente.
La mayoría de los franceses sólo podrían soñar con una boda exótica en la India. Sarkozy podría hacer realidad ese sueño. Si de verdad está tan locamente enamorado de Bruni, como dice, y piensa casarse con ella inmediatamente, ¿por qué no aprovecha su próximo viaje a la India y hace de ella una boda inolvidable? Podría reunirse con su novia sentado majestuosamente en la gualdrapa de un elefante profundamente adornado y ella, enjoyada y envuelta en las mejores galas indias, estaría deslumbrante. El Presidente bling-bling, como se ha llamado a Sarkozy, puede exhibir todo el oro que quiera y prodigar aún más diamantes a su novia.
Las cámaras rodarían, los indios sonreirían y Francia gozaría de un espectáculo de Bollywood superior a lo que jamás hubiera soñado. Y, si es demasiado tarde para la boda, siempre quedará el banquete.