El problema es el autoritarismo, no el Islam

PRINCETON – ¿El Islam es fundamentalmente incompatible con la democracia? Una y otra vez los acontecimientos nos obligan a formular esta pregunta. Y, sin embargo, es un interrogante que oscurece más de lo que ilumina.

Turquía, Egipto y Túnez son países muy diferentes, pero hay algo que comparten y son gobiernos islamistas (al menos hasta hace poco en el caso de Egipto). En diverso grado, estos gobiernos han minado sus credenciales democráticas al no ofrecer derechos civiles y humanos y al emplear tácticas duras contra sus opositores. A pesar de sus repetidas promesas, los líderes islamistas han manifestado poco interés por la democracia más allá del triunfo en las urnas.

De manera que a quienes creen que la destitución del gobierno del presidente egipcio Mohamed Morsi estuvo justificada no les falta razón. El régimen de la Hermandad Musulmana se volvió cada vez más autoritario y pisoteó los ideales y aspiraciones de la revolución de la Plaza Tahrir que derrocó al ex presidente Hosni Mubarak en 2011.

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