Una alternativa para mejorar la seguridad de las finanzas

CAMBRIDGE – Desde que estalló la crisis financiera en 2008, quienes están a cargo de las políticas han buscado mejorar la seguridad de los bancos en todo el mundo, principalmente a través de detalladas instrucciones: usar más capital, evitar ciertas actividades riesgosas, aumentar la transparencia y castigar los comportamientos imprudentes. Pero este enfoque de la regulación financiera, aunque loable, requiere que los funcionarios tomen, o moldeen, las decisiones estratégicas más importantes de los bancos: sus niveles de capital, la estructura de sus pasivos y el alcance de sus actividades de negocios. Si bien los reguladores a menudo se centran en los incentivos de los ejecutivos bancarios, suelen mantenerse alejados de los incentivos de las organizaciones para asumir riesgos, aunque luego las obligan, mediante regulaciones, a evitarlos.

Este enfoque de mando y control tiene sus defectos: los reguladores pueden equivocarse respecto de las actividades que deben regular y la forma de hacerlo; los bancos se resisten; y los banqueros y sus asesores –algunos de los empresarios más inteligentes que existen– innovan para liberarse de muchas de las restricciones que les son impuestas. El talento económico puede aprovecharse más de otra manera.

Aún peor es que muchos de los esfuerzos de mando y control se han tornado demasiado complejos para ser bien implementados. En Estados Unidos, la famosa «Regla de Volcker» de la Ley Dodd-Frank, para limitar las operaciones bursátiles por cuenta propia de los bancos, incluye cientos de páginas y su promulgación se ha demorado reiteradamente.

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