La defensa de un Irak dividido

OXFORD – Estados Unidos y sus aliados enfrentan otro gran desafío político en Irak. Los bombardeos contra el Estado Islámico podrán desalojarlo de áreas vitales, pero para mantener y gobernar el territorio liberado se necesitarán tropas.

Proteger Irak demanda pues la presencia de una fuerza formidable en el terreno; por eso la estrategia del presidente estadounidense, Barack Obama, incluye reconstruir el ejército iraquí. Pero eso implica superar tres obstáculos relacionados: la inexperiencia militar de la dirigencia iraquí; la corrupción y el favoritismo; y la falta de certezas sobre el nivel de apoyo externo.

Cuando un estado implosiona, sus elementos constitutivos pueden heredar fuerzas armadas con capacidad suficiente para mantener cierta gobernabilidad. Esto vale sobre todo cuando la caída del estado se debe a conflicto armado, en cuyo caso la estabilidad depende de permitir a los jefes militares más capaces seguir en sus puestos.

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