¿Cuánto debería importar el sexo?

VARSOVIA/MELBOURNE – Jenna Talackova llegó a la fase final para la selección de la candidata a Miss Universo por el Canadá el mes pasado, antes de ser descalificada porque no era una mujer “nacida como tal de forma natural”. Esa alta y hermosa rubia dijo a los medios de comunicación que se había considerado mujer desde que tenía cuatro años de edad, había iniciado el tratamiento hormonal a los catorce y se había sometido a una operación quirúrgica de cambio de sexo a los diecinueve. Su descalificación plantea la cuestión de lo que de verdad significa ser una “Miss”.

El caso de un niño de Los Ángeles de ocho años de edad que es una mujer anatómicamente, pero se viste como un niño y quiere que se los considere tal, planteó una cuestión de importancia más general. Su madre intentó en vano matricularlo en una escuela privada como niño. ¿De verdad es tan esencial que cada uno de los seres humanos sea etiquetado como “hombre” o como “mujer”, de conformidad con su sexo biológico?

Las personas que cruzan los límites del sexo padecen una clara discriminación. El año pasado, el Centro Nacional para la Igualdad Transexual y la Organización Nacional de Gays y Lesbianas publicaron una encuesta según la cual la tasa de desempleo entre los transexuales es el doble de la de las demás personas. Además, el 90 por ciento de los encuestados que tenían un empleo informaron sobre alguna forma de malos tratos en el trabajo, como, por ejemplo, acoso, ridiculización, comunicación inapropiada de información sobre ellos entre los supervisores y los compañeros de trabajo o problemas con el acceso a los aseos.

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