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Para reinventar la relación entre las dos Coreas

SEÚL – El 12 de febrero de 2013, Corea del Norte llevó a cabo su tercer ensayo nuclear en el período inmediatamente anterior a la toma de posesión de un nuevo gobierno –el mío– en el Sur. Por aquella época, el Comité de Transición Presidencial aprobó el “Proceso de creación de confianza en la península de Corea” como política fundamental del nuevo gobierno. Aunque el ensayo nuclear del Norte representó una presión para revisar el proceso de creación de confianza, yo dije con toda claridad que mantendría el mismo rumbo. De hecho, desde su inicio en el proceso de creación de confianza, destinado concretamente a romper el círculo vicioso de provocaciones, seguido de transacción y recompensas para aplacar las tensiones, se han tenido en cuenta las posibles provocaciones de Corea del Norte.

La formulación del proceso de creación de confianza iba encaminado a superar las limitaciones de las políticas tanto de apaciguamiento como de intransigencia: mientras que la primera dependía enteramente de la tenue buena fe del Norte, la segunda sólo entrañaba una presión implacable. El proceso de creación de confianza, basado en la fuerza de una disuasión tremenda, va encaminado a crear una paz sostenible en la península de Corea haciendo que el Corea del Norte pague un precio muy alto por sus actos agresivos sin por ello dejar de asegurar las oportunidades de cambio y asistencia, si está dispuesto a pasar a ser un miembro responsable de la comunidad internacional.

Desde la entrada en funciones de mi gobierno, Corea del Norte ha intensificado sus amenazas militares y retórica belicosa contra el Sur. En abril de 2013, el Norte adoptó la extrema medida de impedir unilateralmente la entrada de los trabajadores surcoreanos en el Complejo Industrial Gaesong, símbolo de los intercambios y la cooperación entre las dos Coreas, y retirar a todos sus trabajadores.

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