El mito del regreso de la manufactura

CAMBRIDGE – El decenio que precedió a la crisis financiera de 2008 se caracterizó por unos enormes desequilibrios comerciales mundiales, pues los Estados Unidos acumularon grandes déficits bilaterales, en particular con China. Desde que la crisis llegó a su nadir, se han corregido en parte dichos desequilibrios, pues el déficit comercial de los EE.UU., como porcentaje del PIB, se ha reducido de su nivel más alto de 5,5 por ciento en 2006 a 3,4 por ciento en 2012 y el superávit de China se ha reducido de 7,7 por ciento a 2,8 por ciento en el mismo período, pero, ¿se trata de un ajuste temporal o está próxima la reequilibración a largo plazo?

Muchos han citado como prueba de una reequilibración más duradera la “vuelta a casa” de la manufactura de los EE.UU. que antes se había trasladado a mercados en ascenso. Apple, por ejemplo, ha establecido nuevas instalaciones en Texas y Arizona y General Electric se propone trasladar la producción de sus lavadoras y refrigeradores a Kentucky.

Varios indicadores señalan que, tras decenios de declive prolongado, la competitividad de la manufactura de los EE.UU. está, en efecto, aumentando. Mientras que los costos laborales se han incrementado en los países en desarrollo, han permanecido relativamente estables en los EE.UU. En realidad, el tipo de cambio real y efectivo, ajustado conforme a los costes laborales unitarios de la manufactura de los EE.UU., se ha depreciado en un 30 por ciento desde 2001 y en un 17 por ciento desde 2005, lo que indica un rápido deterioro de la ventaja representada por los bajos costos de los mercados en ascenso... y un impulso importante de la competitividad de los EE.UU.

Además, la revolución del gas de esquisto en los EE.UU., que se inició en el período de 2007-2008, promete reducir los costos energéticos considerablemente y el porcentaje de la participación los EE.UU. en las exportaciones manufactureras mundiales, que descendió en 4,5 puntos porcentales de 2000 a 2008, se ha estabilizado e incluso ha aumentado en 0,35 puntos porcentuales en 2012.

Sin embargo, en un examen más detenido los datos correspondientes al período 1999-2012 presentan pocas pruebas de una importante vuelta a casa de la manufactura de los EE.UU. Para empezar, el porcentaje de demanda interna de manufacturas en los EE.UU. que cubren las importaciones no ha dado señales de invertirse. En realidad, la subcontratación exterior de manufacturas aumentó en un nueve por ciento.

Esa tendencia se da incluso en sectores dominados por importaciones procedentes de China, donde los costos laborales van en aumento. De hecho, en los sectores en los que las importaciones procedentes de China representaron al menos el 40 por ciento de la demanda en 2011, el porcentaje de la importación ha aumentado a un ritmo más rápido que el de la manufactura total.

Subscribe to PS Digital
PS_Digital_1333x1000_Intro-Offer1

Subscribe to PS Digital

Access every new PS commentary, our entire On Point suite of subscriber-exclusive content – including Longer Reads, Insider Interviews, Big Picture/Big Question, and Say More – and the full PS archive.

Subscribe Now

Además, si los costos laborales relativos son un motor importante de la relación de intercambio de los Estados Unidos (el precio relativo de las exportaciones en relación con las improtaciones), más sectores con gran densidad de mano de obra habrían experimentado un declive mayor, pero los datos no brindan pruebas de ello.

La única prueba sólida de un aumento de la competitividad de los EE.UU. se debe al repentino aumento de la producción de gas de esquisto. Las industrias con grandes necesidades energéticas, como la de productos químicos, han experimentado un aumento mucho menor en porcentaje de las importaciones que las que consumen menos energía, como la de computadores y productos electrónicos, lo que indica que es más probable que los sectores que consumen mucha energía experimenten un regreso a casa.

De forma más general, los datos sobre la producción interior de los EE.UU. no parecen guardar coherencia con los relativos al tipo de cambio real y efectivo y su indicación de un aumento importante de la competitividad. En gran medida, esa discrepancia refleja

un traslado escaso y retrasado del tipo de cambio a los precios de las importaciones de los EE.UU., vinculado con la excepcional ventaja de los EE.U. de tener más del 90 por ciento de los precios de sus bienes importados denominados en su propia divisa, con un mantenimiento de los precios en dólares inalterados durante diez meses seguidos. Incluso los precios condicionales que están en renegociación, el traslado es muy escaso, pues una depreciación del diez por ciento del dólar aparece como un aumento acumulado del tres por ciento en los precios de las importaciones dos años después. La desconexión entre la relación de intercambio de los EE.UU. y el mucho más inestable tipo de cambio real y efectivo es también coherente con un traslado escaso y retrasado del tipo de cambio.

Está claro: las afirmaciones de que la manufactura está regresando a los EE.UU. no se sostienen, sencillamente. Desde luego, en vista de que el aumento de los costos laborales de las economías en ascenso y el descenso de los precios de la energía americana son acontecimientos recientes, el porcentaje de las importaciones podría comenzar a reducirse dentro de unos años, pero, como ese resultado dista de ser seguro, los EE.UU. no pueden depender de un rápido aumento de la competitividad de la manufactura para que respalde su recuperación económica.

Traducido del inglés por Carlos Manzano.

https://prosyn.org/gJAOK58es