La pesadilla de Oriente Medio

MADRID – Oriente Medio sigue conmocionado por una espiral de inestabilidad que no parece tener fin. La posible intervención militar en Siria y el grave empeoramiento de la situación en Egipto tras el golpe militar captan la atención mundial. Por otra parte, a pesar de los cambios que se han producido en el país tras las elecciones, la negociación nuclear iraní no ha recuperado dinamismo.

Oriente Medio vive una complicadísima situación con tintes paradójicos. Los aliados tradicionales de Estados Unidos en la región (Arabia Saudí, Israel, Turquía, Egipto y las monarquías del Golfo) muestran intereses dispares sobre la región. En todos los casos entran en juego otros actores regionales. Arabia Saudí, previendo consecuencias internas, no quiere ver una fuerza islamista legitimada democráticamente, y se posiciona en contra de los Hermanos Musulmanes pese a que estos son más moderados que la rama saudí del islam. Israel, por su parte, presiona de dos maneras. Por un lado, para que se reconozca el golpe y a los militares, velando por la estabilidad de la frontera del Sinaí. Por otro, juega la carta de la negociación con Palestina. Puede supeditar los avances en la negociación a los acontecimientos en Egipto o en otros lugares de la región -como Irán-. Kerry, secretario de estado americano, ha puesto todo su capital político a disposición del avance de las negociaciones de paz, e Israel lo puede aprovechar.

La guerra civil siria, por su parte, se ha convertido en uno de los más claros ejemplos del conflicto latente en toda la región: el de los sunitas contra los chiitas, que define también la rivalidad entre Arabia Saudí e Irán, respectivamente. El de Egipto, por el contrario, es un conflicto de naturaleza más política que religiosa, entre una población mayoritariamente sunita.

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