La otra crisis financiera

NEWPORT BEACH – Dos variantes de la crisis financiera siguen haciendo estragos en las economías occidentales, contribuyendo al aumento del desempleo y de la pobreza: el que encontramos a menudo en los periódicos, relacionado con los gobiernos de todo el mundo, y otro menos visible en el nivel de las empresas pequeñas o medianas y de los hogares. Mientras no se aborden los dos adecuadamente, Occidente seguirá agobiado por un crecimiento lento, un elevado desempleo persistente y una excesiva desigualdad de ingresos y de riqueza.

La crisis de la deuda soberana es bien conocida. Para evitar una probable depresión, los gobiernos de todo el mundo recurrieron al estímulo fiscal y monetario en medio de la crisis financiera mundial. Consiguieron contrarrestar los graves trastornos económicos causados por el desapalancamiento del sector privado, pero a costa de alterar en gran medida sus equilibrios fiscales y los balances de sus bancos centrales.

Si bien la calidad del crédito soberano se ha deteriorado prácticamente en todas partes y lo más probable es que siga haciéndolo, las consecuencias para los diferentes países varían. Algunos países occidentales –como, por ejemplo, Grecia– tenían cuentas estatales frágiles desde el principio y se escoraron rápidamente hacia la crisis y en ella permanecen, sin lograr aún aportar a sus ciudadanos una luz al final de un túnel que ya ha sido muy largo.

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